22 de junio de 2014

El viento se levanta - Hasta siempre y hacia el cielo


Mientras siga soplando.

Hablar de Hayao Miyazaki es hablar de uno de los máximos exponentes de la industria de la animación japonesa, así como uno de los mayores genios creativos de los últimos tiempos a nivel mundial. Es hablar de castillos flotantes, hablar de cerdos voladores, de espíritus del bosque, del valle del viento. Es hablar de miríadas de Dioses. Pero toda historia tiene un final, y el de Miyazaki vuela en el cielo, por encima de casi treinta años de Studio Ghibli. Y es con este mensaje, el de intentar vivir, que el genio creador de Totoro se despide de nosotros con una última obra maestra.

Kaze Tachinu (literalmente "el viento se alza", conocida como El viento se levanta en España), nos cuenta, desde una perspectiva muy personal, la vida de Jiro Horikoshi, el ingeniero aeronáutico japonés que diseñó el Mitsubishi A6M Zero, más conocido como el "caza zero", el cual fue utilizado en el ataque a Pearl Harbor durante la Segunda Guerra Mundial. Nos habla también la película de la pasión de Horikoshi por el mundo de la aviación en general -compartida indudablemente por el propio Miyazaki, pues no es difícil darse cuenta de que en todas sus películas hay alusiones al tema del vuelo-; de su relación con la dulce Naoko; y del sueño hermoso pero maldito que vivía con Gianni Caproni, ingeniero aeronáutico italiano que diseñó el modelo Ca.309 Ghibli, del cual toma su nombre el estudio de animación.

Los que hemos seguido la filmografía de Studio Ghibli, sabemos bien que Miyazaki es capaz de elaborar complejísimos mundos de fantasía, llenos de una belleza que roza casi el ensueño, pero lo que se nos ofrece en El viento se levanta es un poco diferente. Por supuesto, el componente onírico sigue presente en los sueños de Horikoshi, pero esta vez lo que se nos presenta es una historia desgarradoramente real, narrada desde una perspectiva a la que podríamos llamar naturalismo histórico: para comprender mejor esta película, tenemos que tener en cuenta los puntos esenciales del entorno histórico en el que se desarrolla, y Miyazaki ha sido capaz de plasmar en cada segundo del largometraje la situación de un Japón sacudido sucesivamente por las "Grandes Catástrofes" del siglo XX, como son la Primera Guerra Mundial, la Gran Depresión del 29, y, entre medias, unos "Felices años veinte" que en el archipiélago nipón se vieron truncados por la llegada del Gran Terremoto de Kanto, que sumió la región en una nueva crisis económica y social, contribuyendo al desmoronamiento de la economía de la Tierra del Sol Naciente.


Sálvese quien pueda.

Nos encontramos, entonces, con un mundo gris y hostil, azotado por la crisis, un mundo regido por la competitividad laboral en un país que ha sido desechado por las grandes potencias europeas, calificado despreocupadamente de "atrasado" y dejado de lado en la floreciente industria de la aeronáutica. En este contexto, Horikoshi, que "solo quiere hacer aviones, aviones hermosos", encuentra refugio moral en su figura ejemplar, la de Caproni, quien se le aparece en sueños para explicarle que, por muy cruda que sea la realidad que les toca, él sigue prefiriendo "un mundo con pirámides".

Me voy a permitir citar una frase de un artículo de Matthew Penney en el The Asia-Pacific Journal que muy oportunamente he encontrado en el artículo de Wikipedia correspondiente a la película"lo que Miyazaki ofrece es una visión extendida y de cómo la pasión de Horikoshi por volar fue atrapada por los avatares de la guerra y el militarismo". El viento se levanta ha sido muy duramente criticada en multitud de países -Japón el primero- por tocar los temas que toca: Horikoshi, a fin de cuentas, diseñó el avión de combate que atacó Pearl Harbor, y el tema de la guerra y la competitividad entre potencias políticas está claramente presente a lo largo de toda la obra. Sin embargo, tal como dice Penney, Miyazaki no está realmente hablándonos de guerra ni de militarismo, no más allá de lo que implica ser fiel al entorno histórico. Miyazaki nos habla, simplemente, de un hombre que sueña con volar, de un hombre que quiere crear aviones, al margen de toda implicación política que estos puedan tener a posteriori. En varias ocasiones en la película, Miyazaki nos deja ver el desencanto de Horikoshi por los usos que se le dan a los aviones; el joven protagonista no comprende por qué deben partir hacia una empresa que no tiene sentido, y de la que sabe que nunca volverán. Pero a pesar de todo, Jiro quiere crear aviones. Es por esto que no dejará de intentar cumplir su sueño, mientras el viento siga levantándose. Lo que encontramos en la despedida de Miyazaki no es una historia de guerra, sino, simple y llanamente, la historia de un joven que va en busca de un sueño.


Der Zauberberg.

Este sueño se completa finalmente con la figura de Naoko, quien entra en la vida de Horikoshi con un par de versos de Le cimetiére marin, de Paul Valéry. La joven, que en principio parece estar simplemente de paso en la vida de nuestro protagonista, establece con él, en parte gracias al Gran Terremoto de Kanto, un vínculo que perdurará en su recuerdo durante muchos años hasta que ambos coincidan de nuevo en el encantador hotel de montaña en Karuizawa que nos regalará algunas de las escenas más dulces de la película. Se pone aquí de manifiesto, en la simple y pura relación primera de Naoko y Jiro, que los aviones sirven para algo más que para la guerra: sirven para entretener, para jugar, para soñar, para llegar hasta otra persona.

Encontramos también en el hotel al señor Castorp, el misterioso y simpático comehierba hombre alemán que pone un curioso punto de humor sobre la historia de los dos jóvenes, pero al mismo tiempo advierte también a Jiro de que las cosas no van tan bien en el mundo como la calma del hotel podría hacerle pensar: Castorp comenta que tanto Alemania como Japón se irán a pique en poco tiempo, dejándonos entrever con ello la sombra de la Segunda Guerra Mundial, que se va acercando poco a poco.


Hola, me estoy comiendo el centro de mesa.

Pero el idílico paisaje, al que Castorp denominó "la Montaña Mágica" en honor a cierta novela de Thomas Mann, no podía durar para siempre, y pronto Horikoshi tiene que volver a trabajar. Una trama de la policía secreta japonesa obliga a nuestro protagonista a ocultarse durante unos días en cada de su jefe, el señor Kurokawa, y es durante esta estancia cuando comprendemos el alcance de la enfermedad de Naoko. La pareja decide entonces que compartirán todo el tiempo que les quede juntos, y en una discreta ceremonia en casa de los Kurokawa, Naoko y Jiro contraen finalmente matrimonio. Pero, ¿hasta qué punto pueden creer ellos en esa promesa de amor duradero?

En mi humilde opinión, Naoko es la estrella en las sombras de esta película. En una sociedad fundamentalmente machista como lo es la del Japón del siglo XX, Naoko no dejará que Jiro abandone su trabajo, porque sabe que es su sueño, su pasión. En este sentido podríamos culpar a Jiro por no darse cuenta de lo grave de la condición de su mujer, de que, en palabras de Kayo, "ella se maquilla y se pone colorete para que tú te marches tranquilo a trabajar", porque él sigue con su trabajo a pesar de que el amor de su vida se apaga en silencio. Y sí, Jiro tiene parte de la culpa, pero hay un segundo factor que causa el desinterés hacia la condición de Naoko, y es la voluntad de la propia Naoko. La joven adopta una postura francamente heroica: ella es consciente de que se está muriendo, pero no permitirá que Jiro se preocupe por eso porque, cuando ella muera, él tendrá que seguir adelante con aquello que tenga en ese momento. Si Naoko se dejase consentir, Jiro podría perder su trabajo y su sueño, y al final, cuando ella muriese irremediablemente, a su marido no le quedaría nada. Nada por lo que vivir, nada por lo que seguir adelante. Se habría quedado sin un soplo de viento que se levantase. Por eso no es una exageración decir que encontramos en Naoko al que probablemente sea el personaje más fuerte, más dulce y más noble de toda la obra.


Porque si no hay pétalos de cerezo en el aire, no es Japón.

Finalmente, llega el día de la prueba del Zero, y mientras el avión se dispone a despegar, una figura sale de la casa de los Kurokawa con expresión decidida. La prueba es un éxito, y el avión surca los cielos con un estruendo que Horikoshi no oye, pues su mente está en otro sitio. El mundo parece pararse durante un instante, y entonces solo el sonido del viento que se extiende sobre la planicie llega hasta sus oídos. Y es que, efectivamente, el mundo de Jiro se ha parado, pero el viento sigue levantándose a pesar de todo. Y debido a eso, Caproni y Naoko lo saben mejor que nadie, hay que intentar vivir.

Por todo ello, hay que decir que El viento se levanta es, sin lugar a dudas, la película más personal de Hayao Miyazaki. Me han llegado a comentar que lo que Miyazaki ha plasmado en esta obra es un cuadro, una pintura en la que no pasa nada, una imagen que solo se limita a ser bella. Y si bien puede haber algo de razón en estas palabras, más que como un cuadro, yo pienso en esta película como una ventana: una ventana al alma de Miyazaki, que nos descubre su pasión por los aviones, su forma de pensamiento, su perspectiva de la guerra, y -de la mano de Caproni, el cual es indudablemente el alter ego del propio Miyazaki en la película-, finalmente, los motivos de su despedida. ¿Podemos decir que no tiene un argumento épico? Bien, quizá sea cierto, pero esta película es una obra maestra por ser lo que es: un sencillo mensaje de despedida de un hombre que ha dibujado sueños para toda una generación, un adiós franco y sincero desde lo más profundo de su mente. Y eso no necesita efectos especiales. Solo necesita que alguien abra esa ventana, y deje entrar el último soplo de Hayao Miyazaki.


El boulevard de los sueños rotos.

Finalmente, es imposible terminar esta reseña sin hacer mención a la excepcional calidad técnica de la película, que nos ofrece uno de los trabajos gráficamente mejor cuidados del estudio, con paisajes hermosos, cielos limpios, nubes de humo. La película nos presenta un detalladísimo contraste entre los sueños de Jiro, mundos radiantes, con cielos claros, llenos de color, de luz, de viento que se levanta; y la realidad, a menudo gris y hostil, sacudida por el fuego, el humo, el polvo y la ceniza, sombría, pero siempre con una luz de esperanza latiendo en el horizonte. Cada uno de los sueños de Horikoshi es una exquisitez visual, pero es que además las escenas de la realidad alternan entre juegos de luces y sombras, enseñándonos que hasta en el momento más oscuro se puede encontrar algo bello.

Esta gran calidad visual está acompañada de la banda sonora de Joe Hisaishi, otro de los habituales de Studio Ghibli, compositor de la banda sonora de películas como El castillo en el cielo, La princesa Mononoke o El viaje de Chihiro -donde en mi modesta opinión alcanza su cumbre como compositor-, por citar algunos ejemplos. La música que acompaña a Jiro a lo largo de su vida es francamente notable, aderezando sueños y realidades por igual, y haciendo la experiencia del joven ingeniero mucho más disfrutable si cabe. Además, aunque no pertenezca estrictamente hablando al apartado musical, quiero dedicar una línea al poético efecto sonoro del Gran Terremoto de Kanto, que empieza como un tenue susurro mientras la tierra se abre, y contribuye a expresar lo pequeño de la vida de Jiro frente a cosas tran grandes como una crisis internacional y, en este caso, la voz de la propia Tierra. Y por supuesto, la guinda del pastel es la hermosísima Hikoukigumo ("estela de vapor"), de Yumi Matsutoya, que cierra la película, y con ella la carrera de Miyazaki como director, con el broche de oro que el genio se merece. Hasta siempre y hacia el cielo.


HERMOSO.

Resumen de la Review

Lo mejor: el genio creativo de Hayao Miyazaki en todo su esplendor. Una historia que, sin salir de un marcado naturalismo histórico, nos presenta de la mano de Caproni los sentimientos más sinceros y sencillos del director, y la historia de una de las figuras más emblemáticas de la aviación japonesa. Totalmente recomendable.

Lo peor: que la historia no nos acabe de contar la última etapa de la vida de Horikoshi. Aunque realmente el final te deja con un sabor de boca lo suficientemente bueno, hubiera sido interesante conocer la totalidad de la historia. Que será lo último que veremos de este señor D:

Puntuación: 9.5/10

3 comentarios:

  1. Yo solo quiero entender que de que fue "Autor intelectual" Castorp. Cuando a Jiro lo busca la policía le hace saber a Naoko el porqué Castorp se había marchado tan de repente yo rogaba porque pudiese salir vivo de Japon. Qué fue lo que hizo?

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