14 de septiembre de 2014

Another - Un cierto terror espiral


Who is dead?

El mundo de las historias es un laberinto infinito. Cualquiera puede perderse entre sus muros, vivir una aventura, disfrutar de un romance, o ser atrapado en las oscuras redes de una sombra tenebrosa. Cuando hablamos de las historias de horror, hablamos de un género que ha tenido cuantiosos y muy diversos exponentes en la literatura y el cine de todo el mundo, y fácilmente podemos hablar de concepciones del terror que reciben fuertes influjos de la fantasía y el mito, como es el caso de la obra de Lovecraft; o de representaciones tan poéticas del terror que rozan, y aún penetran y trascienden profundamente, una belleza lírica que hace vibrar lo más sensible del lector, horror lírico que sin duda encontramos en los escritos de Poe. Sin embargo, no ha faltado, a lo largo de la historia del género, el sello personal de los creativos nipones, que nos han ofrecido su propia concepción del mundo del sudor frío. De la mano de Ayatsuji Yukito nos llega precisamente una de estas muchas historias, que nos lleva a inspeccionar los rincones más intrincados y sombríos de este laberinto interminable: Another.

La historia de Another comienza con el inocente relato de una chica llamada Misaki, una de las alumnas de la clase tres de tercero en la secundaria de Yomiyama Norte. Una muchacha alegre, inteligente y guapa, querida por todos sus compañeros y aún por los profesores, que parecía vivir lo que todos creían que era una vida perfecta. Sin embargo, el destino, como suele ocurrir en estas historias, dio un giro brusco, y Misaki falleció en un accidente cuya naturaleza nadie parece conocer con seguridad. Devastados por la pérdida, los alumnos de la clase 3 decidieron ofrecerle un peculiar homenaje a su difunta compañera, y comenzaron a actuar como si ella siguiese con vida, la alegre Misaki en el centro del aula. Incluso el director del instituto colaboró con aquel autoengaño, disponiéndolo todo para que la silla de Misaki estuviese presente en la graduación de los muchachos. Pero, cuando fueron a tomarse la foto de grupo, en ella aparecía la figura de alguien que no debería estar ahi: Misaki. Así fue como empezó todo. Así fue como la clase 3 de tercero del instituyo Yomiyama Norte se acercó a la muerte. Y 26 años después, Kouichi Sakakibara, desconociendo esta historia, es transferido a la clase 3, en la cual coincidirá con una misteriosa y taciturna chica llamada Misaki que parece no existir para el resto de los integrantes de la clase.


Sobre todo si eres alérgico a las rosas.

La historia de Another, que parte de una premisa relativamente simple que podríamos encontrar en cualquier ficción similar, nos presenta un planteamiento sugerente, muy propio del terror psicológico de Poe, en el que el mayor de los miedos reside en aquello que no se ve, en aquello que no se percibe más allá de una sombra al acecho, en la presencia de lo desconocido que se acerca. Se trata de un terror delicado, un terror frágil, calmo, que parece el preludio a una tormenta, un terror de vidrio que en el último momento, cuando la sombra parezca por fin revelarse, estallará en finas esquirlas de cristal, en una vorágine convulsa de muerte y emociones desatadas.

Dos son los puntos interesantes que soportan esta premisa aparentemente simple. En primer lugar, el concepto de familiaridad. A su llegada a Yomi North, Kouichi se siente extraño, fuera de lugar, apartado. Las sombras acechan en cada rincón del instituto. También es cierto que los alumnos del centro no contribuyen precisamente a mejorar este ambiente: mientras Kouichi se presenta a aquellos que serán sus compañeros de clase, lo único que obtiene son miradas vacías, ausencia de movimiento, un silencio denso y pesado. La clase entera parece resignada a tener que tratar con un peso que escapa a su control. Sin embargo, cuando llegue la primera de las muertes, descubriremos que esta resignación era solo aparente: los alumnos tenían la esperanza de poder escapar de la desgracia, de que el miedo que los atenazaba se viese pronto ahogado por la firme seguridad de que nada ocurriría. La inevitable cadena de muertes tiene, sobre Kouichi y sobre el resto de los alumnos de la clase, un efecto desfamiliarizador. El mundo de lo cotidiano, que hasta entonces parecía conocido y amable, se convierte ahora en un entorno hostil y desconocido. El paraguas, que para los alumnos de la clase había sido una mera herramienta para refugiarse de la lluvia, evitar las inclemencias del tiempo y, por qué no, compartir una escena romántica, se convierte ahora en un arma del destino, en un objeto que inspira un recuerdo amargo, en la posibilidad de que lo contenido en ese recuerdo vuelva a ocurrir, y, por tanto, en fuente de terror. Un objeto que se ha desfamiliarizado y ahora es otro de los muchos ases en la manga de lo desconocido.


POR QUÉ. SI YO TE QUERÍA.

Con Mei, en cambio, asistimos al proceso contrario. Al negar la existencia de Sakakibara, se da paso a una escena aclaratoria, el momento en el que Kouichi vislumbra los mecanismos y las reglas de funcionamiento de la clase 3, y esto nos lleva a una familiarización. La tenebrosa y fantasmal doncella, mensajera de la muerte y aparente portadora de la desgracia, se nos revela ahora como una simple muchacha de aspecto triste, que en el fondo esconde un aire de dulce timidez, una chica normal, que disfraza de indiferencia el dolor de su pasado. La joven fue forzada a interpretar el papel de la inexistencia, pero ella acepta ese destino con estoicismo, quizá con la intención de expiar lo que ella considera el mayor de sus pecados: la muerte de Misaki Fujioka. Quizá el motivo por el que Kouichi sintonice tan bien con ella es su profunda comprensión de la lírica con la que carga el personaje de Mei, si tenemos en cuenta que el muchacho es un fanático de la novela de misterio.

Sin embargo, no son los únicos ejemplos que vemos a lo largo de la historia. Con la muerte de Kubodera, el profesor titular de la clase 3, asistimos a una desfamiliarización del concepto de la sociedad representada por la clase. Los alumnos tenían al menos el triste consuelo de saber que estaban unidos contra la desgracia, que luchaban todos juntos para sobrevivir un día más. Sin embargo, el suicidio de Kubodera desmonta esta idea, reduciéndola al triste hecho de cualquiera de ellos podría perder la cordura ante semejante presión y acabar con su propia vida o con la de los demás. La clase, que hasta ese momento era un refugio del mal a las puertas de la muerte, se convierte ahora en la propia representación de la muerte.
Por otro lado, tenemos el episodio de playa, otro proceso de refamiliarización que esta vez tiene un desenlace cruel. Al salir de Yomiyama, los chicos se reconcilian con su juventud: la Calamidad tiene sus reglas, y una de ellas es que todas las muertes deben desencadenarse dentro del pueblo. La ausencia de la sombra de la desgracia sobre ellos les permite recobrar su interés por las cosas mundanas, su relajada amistad con lo cotidiano. El coqueteo descarado de Akazawa con Kouichi podría perfectamente ser otra forma de dar la bienvenida a esta normalidad, un caso similar al que Senjougahara sostenía en Bakemonogatari. Incluso Mei parece, en este capítulo, enseñar otro cariz, otra imagen. Ante el azul del océano, se nos revela como una adorable jovencita asustada de la fauna marina, demasiado tímida como para expresar lo que siente, pero demasiado feliz con la compañía de sus amigos como para permanecer apartada. Incluso Teshigawara se permite bromear con el concepto de la inexistencia, al incluir a Misaki, Sakakibara y Mochizuki en "el equipo de los que no existen". Lejos de la sombra de Yomiyama, toda alusión a la situación pasada de los muchachos parece convertirse en un recurso cómico, en una sátira, algo digno de ser incluido en un chiste malo.


CTHULHU SALVAJE APARECIÓ.

Sin embargo, el desenlace esconde una terrible realidad. La refamiliarización de los chicos se ve de súbito interrumpida por una pelota de playa. Este proceso sutil de reconciliación con el mundo se ve de pronto tranformado en una nueva desfamiliarización, brusca y violenta. Nakao, que durante todo el capítulo había sido relegado a un recurso cómico más, se convierte ahora en el eje central de este desmoronamiento. Y las consecuencias serán impredecibles en esta ocasión, porque, durante todo este tiempo, la Calamidad se había apegado a las reglas. Pese a que la muerte de Nakao fue efectivamente desencadenada en el interior del término municipal de Yomiyama, a los ojos de los alumnos de la clase 3, que debido a su situación dan demasiada credibilidad a los rumores, Nakao murió fuera, por lo que el tratar de escapar del pueblo ya no es una opción.

Entramos entonces en el segundo punto importante de la historia: la naturaleza de la Calamidad. Llegados a este punto resulta muy interesante la reflexión de Chibiki sobre el término Calamidad. En un principio, el suceso había sido calificado de Maldición, pero Chibiki aparta esta idea, dado que "no hay malicia detrás, para empezar". Las muertes no son el resultado de una maldición, ni de una venganza, ni de un resentimiento, no hay una identidad perversa que las provoque, no hay una mente maestra ni un ser malévolo detrás, que señale a las víctimas con el dedo y dé a la muerte una causa concreta. Las muertes de Yomiyama no son un efecto, sino un suceso. Un paraguas, un ascensor, un infarto, una caída. No tienen intención de matar. Simplemente ocurren, sin más.


"¡Oh, vamos a hablar delante de este cristal de aspecto peligroso!"

Si hubiera que darles un motivo, una intencionalidad, sería la de la clase 3 de tercero de 26 años atrás. Ellos, quienes decidieron que seguirían junto a Misaki pese a estar muerta. Ellos, quienes acercaron aquella clase a la muerte, sin saber qué era lo que esto implicaba. Un hecho aparentemente inocente que desencadenó una danse macabre. Los chicos de aquella promoción invitaron a la clase a alguien que no debería estar ahí, y como resultado, año tras año, los espíritus de los muertos comenzaron a llegar a la clase, con la inocente intención de aprender, de hacerse un hueco entre los vivos, pero esto provoca un desequilibrio, y como resultado, la clase tiene un integrante más de los que debería. De nuevo, alguien que no debería estar ahí. La medida de la inexistencia es útil para equilibrar la balanza y devolver la clase a su número correcto, pero no soluciona realmente el problema, pues los muertos siguen siendo invitados por la intención de los compañeros de la primera Misaki, sin duda una buena intención, pero que ha tenido consecuencias fatales.

Finalmente, sabiendo el por qué de la Calamidad, queda preguntarse el cómo pararla. Dado que la medida de aumentar la "tasa de inexistencia" de la clase no ha funcionado, los muchachos deciden recurrir a los rumores de años atrás según los cuales la Calamidad fue interrumpida a mitad de curso. Esto lleva a los alumnos a hacer una excursión al pequeño santuario de montaña que fue el escenario de un aparente milagro, sin sospechar que lo que realmente están haciendo es situarse a sí mismos en el punto de mira, en un círculo cerrado que resulta ser simplemente perfecto para que la Calamidad alcance al mayor número posible de víctimas. Es en esta situación cuando el terror de cristal que comentábamos al principio de la reseña cede finalmente bajo el peso de la presión, y al igual que pasó con el profesor Kubodera, los alumnos se embarcan en una masacre cuyo origen parece estar en ellos mismos, en su desesperación y en un instinto de supervivencia exacerbado hasta el desastre.


Os invito a rellenar el [*] con lo primero que se os ocurra. Es realmente divertido.

Nos encontramos entonces con dos episodios en los que finalmente podemos ver un panorama general de la situación que llevó hasta cada personaje hacia donde está. Kouichi comparte con Misaki el dolor de una pérdida, un dolor sereno que le recuerda que debe continuar hacia delante. Mei, por su parte, insiste en huir, en salvar su vida, aunque es interesante reflexionar sobre si lo está haciendo por autopreservación o para evitar que sus compañeros de clase y amigos se conviertan en asesinos. Akazawa, que en un principio había mantenido un rostro sereno y sensato, está ahora enardecida por la muerte de Sugiura. Encontramos en la líder del equipo de contramedidas a una mujer desesperadamente fuerte: la joven necesita mantener su fuerza para no derrumbarse, para no caer bajo el peso de la responsabilidad que el resto de la clase puso sobre ella como líder del equipo de contramedidas. Su fuerza nace, pues de su desesperación, y encontramos por ello en Akazawa el vestigio de una heroína trágica devastada por la tragedia con la que carga.

Finalmente, asistimos a la revelación fundamental de la historia: la identidad del Extra, de la persona que no debía estar en ese lugar, y lo hacemos gracias al que en mi opinión es uno de los grandes puntos débiles de la historia: el ojo de Misaki, un claro Deus Ex Machina que resulta discordante con el ambiente perfectamente elaborado de la historia hasta el momento. Sabíamos que el problema debía resolverse en algún momento, pero meter un "ojo que ve la muerte" sin ningún tipo de explicación previa no parece la solución más adecuada. El ojo de Misaki enciera cierto encanto romántico, pues es el símbolo de la promesa entre dos familias, del amor entre una madre que no es madre y una hija que no es hija, de la amistad tierna y encantadora que mantuvo con alguien que ya no está aquí, pero fuera de esa simbología, fuera de ese lirismo, el ojo debería quedar reducido a un mero implante. Ya resulta dudoso el hecho de que pueda ver con él, pero añadir el color de la muerte al repertorio de habilidades de Misaki es cuanto menos chocante en una obra en la que todos los sucesos habían estado preparados al detalle hasta el momento.


Oculus Ex Machina.

Además de eso, un hecho que también me incomoda es que la Calamidad permanezca como un misterio irresoluble. Pasada la tormenta de muerte, la Calamidad se convierte en algo que simplemente deja de tocarles a ellos, pero los alumnos de la siguiente promoción tendrán que cargar con ello igualmente. Sin embargo, esto es algo entendible, pues es un desarrollo que da pie a una posible secuela, que si no me equivoco ya ha sido anunciada por el autor. En conjunto, y pese a estos fallos, Another es un anime correcto que explora de una forma cuanto menos lírica la relación de dos personajes en un entorno desfamiliarizado, la evolución de esa relación, y una historia en la que no existe una identidad malvada a quien culpar de las aberraciones acontecidas, lo cual ya de por sí es una evolución del misterio común.

Mención especial merece, cómo no, el apartado técnico. P.A. Works es un estudio que nos tiene acostumbrados a obras visualmente bellas, y Another, si bien tiene un registro más oscuro y deja menos especio para el color, no es una excepción. Los planos intercalados de las muñecas de la tienda de la familia Misaki en los primeros capítulos constituyen un recurso experimental pero efectista que contribuye a sumergirnos aún más en ese ambiente de angustia y ansiedad que predomina en toda la obra.
Respecto a la banda sonora, Kow Otani nos regala un excelente conjunto de piezas oscuras y delicadas, entre las que destaca el tema que da origen al leitmotiv de la serie. Sorprende también el uso de los silencios, que sin necesidad de incluir melodías ostentosas da lugar a una sensación atenazante muy efectiva en las escenas de los primeros capítulos, en las que se nos abren las puertas de un aula oprimida por la ausencia de sonido. Y por supuesto, el fabuloso opening, Kyoumu Densen, hace una gran aportación a una historia muy acorde con la excénctrica estética de Ali Project, mientras que el ending, es la hermosísima Anamnesis, de Annabel, que nos ofrece un inestimable momento de alivio tras la angustia de cada capítulo. Todo ello hace de Another un anime que, sin ser una obra maestra, ni de la animación ni del género de horror, es más que disfrutable y nos permite explorar, una vez más, la curiosa concepción del terror japonés.


Porque sé que todos estábais esperando una referencia a esto.

Resumen de la Review

Lo mejor: diez episodios que te mantienen en vilo de forma constante, una historia muy bien desarrollada y un manejo del ambiente simplemente excelente. El apartado técnico también roza la excelencia, y contribuye a esta genialidad en la ambientación. Totalmente recomendable.

Lo peor: el ojo de Misaki está totalmente fuera de lugar. Kouichi podría tener algo más de personalidad, aunque quizá entonces no encajase tan bien con Mei. El capítulo de la playa es un trolleo D:

Puntuación: 7.5/10

1 comentario:

  1. Sinceramente, si, la serie engancha, y mucho, lo digo porque aquí servidora se la ventilo en menos de veinticuatro horas. La sensación de no querer despegarte de la pantalla para saber que va a ocurrir, como va acabar todo y quien va a morir es muy poderosa, sin embargo el final desluce todo ese esfuerzo porque deja demasiadas cosas pendientes, y lo del ojo que ve la muerte, no se a mi llamadme rara, pero si esa habilidad la tenía desde el principio ¿por qué sacarla a reducir solo cuando ya ha muerto hasta el apuntador?.

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