16 de diciembre de 2013

Kamisama no Inai Nichiyoubi - ¿Qué es la vida?


Where is my God?

Hoy en día es francamente difícil que un estudio de animación se arriesgue por una apuesta original. Más aún pudiendo optar por adaptar un manga que ya tenga cierta fama y seguramente conseguirá más audiencia que una obra que nadie conozca. Sin embargo, la tendencia en estos últimos años es, antes que el manga, la adaptación obsesiva de la novela ligera. Y como todos sabemos, las adaptaciones no siempre salen bien. Algunas son francamente buenas, otras son una aberración cósmica que hacen que los fans de la novela quieran sacarse los ojos, y luego hay un grupo de animaciones que, sin ser parte del Olimpo de la excelencia, cumplen con su cometido de entretener y dar a conocer la obra a un público más amplio. Y KamiNai es, en mi opinión, una de estas últimas.


"Dios creó el mundo un lunes.
El martes, separó el orden del caos.
El miércoles, creó y ordenó todos los números.
El jueves, Él permitió el ir y venir del tiempo.
El viernes, exploró todos y cada uno de los rincones del mundo.
El sábado, descansó.
Y el domingo... Dios abandonó el mundo."

La interesante premisa de KamiNai nos presenta, por tanto, un mundo abandonado por su Deidad Creadora, a causa de lo cual los seres vivos han dejado de nacer y de morir. Cuando alguien muere, simplemente se levanta y continúa con su día a día, pudriéndose y degenerándose poco a poco hasta que queda convertido en un amasijo de carne en descomposición sin ningún tipo de voluntad personal. Y comieron perdices.
Y como lo del amasijo de carne al parecer no suena demasiado apetecible, Dios concedió al mundo un último milagro: llámense Hakamori, Gravekeepers, Enterradores, etc, ellos son seres de apariencia humana (aunque con una seria carencia emocional), capaces de cavar tumbas que permitirán a los muertos descansar por fin en paz. Y precisamente la historia se centra en una de estas Gravekeepers, la joven Ai, que por algún extraño motivo, a pesar de que la gente dejó de nacer quince años antes del comienzo de la historia, exhibe la apariencia de una lolita de doce.


La niña que quería enterrar gente.

La historia de KamiNai se nos presenta en la forma de diversos arcos más o menos autoconclusivos que van siguiendo las diferentes escalas en el viaje de Ai para "salvar el mundo". Poco a poco iremos encontrando a los diferentes personajes que acompañarán a la joven Gravekeeper en la búsqueda de su padre, a través de la una ciudad habitada por muertos o en las aulas del instituto de Ostia (tenía que decirlo).

Sin embargo, el punto fuerte de KamiNai, más que su argumento, es su belleza, el subtexto lírico que hay detrás y que envuelve un mundo de fantasía perfectamente hilado a lo largo de la obra. El anime nos presenta un mundo hermoso pero decadente: una tierra en la que la vida y la muerte no tienen el mismo valor que nosotros les atribuiríamos, una visión distorsionada del valor de los acontecimientos que un hombre o una mujer pueden vivir a lo largo de su existencia.


Les atraen los muertos. Ajá.

Me gustaría profundizar un poco más en esto: en otros historias, incluso fuera del ámbito nipón, hay una tendencia al valor de la vida por encima de todo. Las novelas, los cómics, las películas, están pobladas de luchas por la supervivencia, momentos dramáticos causados por la pérdida de un ser querido, acciones desesperadas para evitar una muerte, etc. Esto, sin embargo, no opera en KamiNai: lo que este hermoso mundo nos ofrece es un desprecio absoluto a la muerte como transición entre dos estados, una filosofía vital retorcida que comienza con el siguiente planteamiento: "si puedo hacer las mismas cosas estando vivo que estando muerto, ¿qué diferencia hay?". La muerte, pues, se convierte en algo intrascendente, trivial.
Hablar del momento en el que moriste es ahora algo irrelevante, es como hablar de cuando perdiste tu primer diente de leche.

Esto, que podría ser algo que nos horrorizaría desde un punto de vista ético, se nos presenta como algo perfectamente aceptable por parte de los personajes de la obra. Los muertos de KamiNai poco a poco se descomponen, pierden su personalidad, pero esto no es algo inalterable. Los ciudadanos de Ortus viven en un estado de muerte indefinida, una semi-vida en la que se someten a cirujías y medicaciones periódicas que les permitan seguir siendo ellos, conservar su identidad como personas sin necesidad de volver a la vida. A cambio, Ortus se convierte en una especie de sociedad clasista: a los muertos les da igual estar muertos, pero a causa de ello, en la ciudad de la joven princesa Ulla, impera una suerte de desprecio a la vida. Los vivos no son respetados como algo que forme parte del orden natural, sino como algo externo a él, externo a su pequeño mundo amurallado y que nunca debe penetrar en él.


Necesito rascarme.

Esta Sociedad de la Muerte no coincide con la visión de Alfa, la madre de Ai. Ella quería hacer del mundo un lugar capaz de ser el hogar de vivos y muertos por igual, pero era dolorosamente consciente de su deber como Gravekeeper. Por mucho que creyese en los lazos entre vivos y muertos, sabía que estos últimos debían, en último término, descansar. Una idea extraña, viniendo de una Gravekeeper, la de formar una sociedad capaz de acoger a personas en todos los estados, pero esa era la idea que Alfa tenía de "un mundo salvado".

Si hay otro eje argumental paralelo a esta filosofía de la muerte y la vida en KamiNai, es la salvación del mundo. Tanto Ai como Alis, y en medida menos explícita, otros personajes, buscan salvar el mundo en su periplo. Pero, ¿qué significa "salvar el mundo"? Para Alis, salvar el mundo es salvar su mundo, en este caso a sus compañeros de clase, aprisionados por un deseo absurdo. Para Dee, sin embargo, quizá salvar el mundo implique salvar a una única persona, aunque ella probablemente nunca lo reconocerá delante de nadie. Para Hampnie Hambart, por ejemplo, salvar el mundo es encontrar a esa mujer llamada Hana y aspirar a un destino benevolente que le permita morir en paz algún día. Para Ai, en cambio, salvar el mundo es salvar a todos esos pequeños mundos que, como el de Alis, como el de Dee, como el de Hampnie, incluso como el de Alfa, sufren la desgracia de una humanidad sin Dios, de un escenario condenado y avocado al desastre.


Después de haberte espiado durante tanto tiempo.

Un tema del que me gustaría especialmente hablar es la naturaleza de los Gravekeepers. No son humanos en el sentido estricto de la palabra -ni siquiera es seguro decir que estén realmente vivos, aunque asumimos eso dado que Alfa murió-, sin embargo en algunas ocasiones han demostrado ser más humanos que la gente de Ortus o los profesores de la Academia Goran. Por un lado tenemos a los Gravekeepers a los que Ai vio nacer, réplicas de personalidad vacía y cortés que pasarían su existencia sin mayor pensamiento que el de enterrar a los muertos, el noble propósito de darles descanso, que deja de ser noble y se torna sombrío cuando lo ejecutan como algo mecánico.

Si avanzamos hacia personajes más complejos, me resultó especialmente sorprendente el embarazo psicológico de Scar, su casi inadvertida transformación desde la Gravekeeper cortés y educada, alejada de toda emoción mundana, hasta llegar a una persona que, sin ser humana, es más humana que muchos humanos.

En el otro extremo tenemos a Alfa, una mujer que en algún momento de su vida fue capaz de enamorarse por sí sola de un humano y de criar a una niña como Ai. Una Gravekeeper que dista radicalmente del concepto de Gravekeeper desde el principio, que desafía a un Dios que no creía en la convivencia entre dos mundos tan distantes como lo son el de la vida y el de la muerte.

Por último, me gustaría hacer una referencia al apartado técnico de la serie, que nos presenta un escenario de fantasía decadente, hermoso hasta decir basta, con un acompañamiento sonoro más que disfrutable (DAT ENDING <3) y una calidad que se mantiene a lo largo de los capítulos y está francamente bien llevada. La mayor pena que tengo al respecto de KamiNai es el hecho de que la historia queda en el aire. Habrá que echar un vistazo a las novelas.


EL MUNDO DE LAS LOLIS.

Resumen de la Review

Lo mejor: gráficamente es una obra de arte. La historia está bien distribuida a lo largo de los 12 capítulos. EL ENDING.

Lo peor: que no adapte la historia completa. El final. EN SERIO. POR QUÉ.

Puntuación: 7.5/10

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