15 de diciembre de 2013

Kyousogiga (ONA) - Welcome to Wonderland of Love



Conejo negro.

Todavía no sé qué fue lo que me empujó a ver la ONA (Original Net Animation) de Kyousogiga. No fue una animación particularmente famosa. No es una obra de arte. No es el tipo de obra que recomendarías a nadie que quisiera iniciarse en el género de la animación japonesa. De hecho, a día de hoy, ni siquiera sé de qué va. Sin embargo, Kyousogiga tiene algo.



La obra nos abre las puertas de un Kyoto en el que nada tiene sentido: un mundo de cristal y cartón-piedra en el que una temeraria muchacha, junto a sus tres hermanos, busca al conejo negro que les permitirá volver a casa. Y cuando digo que busca, quiero decir que básicamente se dedica a destrozar el mobiliario urbano hasta límites insospechados. Añadamos a esto una científica tsundere, un santo con una lengua demasiado afilada, una damisela un tanto diabólica, y un monje para el que existen dos tipos de persona "los que son como un grano en el culo, y los que no".

Todo ello en un entorno que podría perfectamente haber salido de un sueño de Dalí. Si Dalí hubiera sido japonés, claro.


Profundidad. O algo.

Hablemos ahora del argumento de la obra. Y bueno, en lo referente al argumento, eso es todo.

Sí, porque la sensación al ver la ONA es algo así como "No tengo ni idea de lo que está pasando, ¡pero me encanta!". No es exactamente una carencia argumental, sino que Kyousogiga nos presenta una trama en caos continuo. Con algo de imaginación, uno puede más o menos vislumbrar algún tipo de trama, un juego entre los diversos poderes que controlan la Capital del Espejo. Pero hasta ahí llega la cosa. Kyousogiga es el paradigma de lo impredecible: si hubo algo rondando mi cabeza durante toda la obra, fue la inquietud de qué sería lo siguiente. Por lo demás, es una de estas historias cuya magnificencia solo se muestra a aquellos capaces de dejar la mente en blanco mientras la contemplan. Y esto es así: quien busque una obra con un argumento terriblemente elaborado y filosófico, aborrecerá Kyousogiga.


De modo que así es como funciona.

Entonces, ¿qué es lo que hace que Kyousogiga tenga ese algo del que hablaba al principio de la reseña? ¿Es la OST (que por cierto es una de las mejores que he escuchado en bastante tiempo, más aún para tratarse de un proyecto de distribución por internet)? ¿Son las deliciosas referencias a la obra de Carroll (recordemos que la ONA comienza con uno de sus poemas)? ¿Es su entorno gráfico de sueño (cuando no de pesadilla)? Diría que no.

No, lo que hace que Kyousogiga sea diferente es precisamente eso, que es diferente. La Capital del Espejo trae a nuestras pantallas una animación fresca, dinámica e innovadora. Su principal potencia radica en que es una historia extraña de por sí, una paranoia distorsionada y satírica de la búsqueda del ser querido u objeto preciado de los que nos hemos separado. Koto parece anhelar su hogar y su familia, y para ello necesita encontrar al conejo. Sin embargo, la motivación de Koto podría ser más profunda de lo que parece en un principio, porque la identidad, el conjunto de físico y personalidad asociados a la palabra "Koto", está terriblemente diluido: en esta obra, el 80% de los personajes son o se llaman "Koto".


Se me ocurren mil maneras en las que esto puede acabar terriblemente mal.

Por un lado, Koto es Koto, la niña del martillo, la marimacho tomboy que disfruta destruyendo la Capital del Espejo a placer mientras se ve envuelta en absurdos enfrentamientos contra los esbirros de cierta tsundere, la que busca al conejo para encontrar a su madre.

Por otro, A y Um, los hermanos de Koto, también son Koto. Son sus familiares, y comparten su misma motivación, aunque definitivamente de una forma mucho más blanda. Mientras Koto busca volver a su hogar con sus padres, los muchachos se bastan con simplemente estar al lado de Koto, con participar de la idea de su adorada marimacho.

En un tercer frente, tenemos a Lady Koto, la Diosa de la Capital, que por supuesto, también es Koto. En esta ONA, Lady Koto se presenta como un ser sin intencionalidad, una entidad puramente divina que no tiene voluntad propia, y en teoría se limita a ser objeto de los deseos de aquellos que habitan la Capital.

Por último, tenemos una Koto más: Inari. La Koto enmascarada cuya motivación desconocemos a lo largo de toda la obra. No sabemos si es buena, si es mala, si ayuda a Koto, la perjudica, no sabemos tampoco por qué es igual que ella.

En resumen, tenemos una motivación avasalladora, una motivación suavizada, una carencia de motivación y una motivación desconocida. Cuatro intencionalidades para los cuatro tipos de Koto.


Eso es muy discutible a muchos niveles.

Para terminar, la pregunta del millón: ¿recomendaría Kyousogiga? Sin lugar a dudas: sí. Sin embargo, hay que hacer la advertencia, no es una obra para todos los públicos. No todo el mundo la disfrutará, y prácticamente nadie será capaz de entenderla (y si alguien lo consigue, ruego que me la explique). Pero si eres ese tipo de persona capaz de disfrutar con relativa simpleza lo que se te ponga por delante, Kyousogiga te encantará.


Lo tendremos en cuenta, gracias.

Resumen de la Review

Lo mejor: la frescura y el dinamismo que ofrece. La OST es excelente. Koto (todas ellas <3).

Lo peor: no es una obra que guste a todo el mundo. El caos argumental.

Puntuación: 7/10

1 comentario:

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