4 de enero de 2014

Chobits - La teoría del amor de Asimov


En aquella ciudad no había nadie.

A día de hoy, un amplio sector de la animación japonesa se encuentra arropado por algo que para muchos es una lacra: el componente erótico, el ecchi. Con cada nueva temporada descubrimos gran cantidad de animaciones que basan su atractivo en tetas, tetas, TETAS. Si son de lolis, mejor. Y si de paso avistamos alguna braga, pues mejor todavía. Para mí, el ecchi en sí no es un problema. El problema es cuando este componente predomina por encima de la calidad argumental, y la historia del anime cae en declive a causa de ello. Sin embargo, de vez en cuando encontramos alguna excepción, alguna sorpresa grata, y Chobits es una de ellas: el ejemplo perfecto de cómo un anime puede ser un buen anime con una buena historia a pesar de pertenecer al muy manido género del ecchi.

La historia de Chobits se nos cuenta desde la perspectiva de Hideki Motosuwa, un muchacho de dieciocho años bastante pervertido que ha pasado toda su vida en el campo, pero que sueña con estudiar en la prestigiosa universidad de Tokyo. Sin embargo, tras suspender el examen de acceso, decide mudarse a la gran capital de Japón para asistir a clases de preparación y poder así cumplir su sueño en la próxima ocasión.
Una vez en Tokyo, Hideki descubre que aquello le viene grande: los habitantes de la ciudad van a todas partes acompañados de sus persocons, potentes ordenadores de apariencia humana que solo se diferencian de estos por sus curiosas orejas. Estos persocons realizan las funciones de un ordenador normal: entrar en internet, almacenar datos, recopilar información, descargar archivos multimedia, e incluso -el sueño de Hideki- ver páginas guarras. Pero a mayores, dado que poseen la apariencia de una mujer humana, también pueden servir como compañía, pues poseen un comportamiento humano hasta cierto punto.
Sin embargo, dado que los últimos modelos se salen completamente del escaso presupuesto de un paleto de campo como Hideki, tendrá que despedirse de la idea de contar con una de esas maravillas en su haber. Al menos hasta esa misma noche, cuando Hideki encuentra uno de estos persocons con la apariencia de una jovencita tirada en la basura, y decide llevársela a su pequeño apartamento.


Soy etérea y estoy desnuda.

El problema es que el pobre Hideki no ha tocado un ordenador en su vida, y tras pulsar el botón de encendido -los que hayáis visto el anime sabréis a qué me refiero. Los que no, lo dejo a vuestra imaginación-, se encuentra con una muchachita encantadora que no posee recuerdos (su unidad de memoria está dañada) y únicamente sabe decir "chii" (onomatopeya que Hideki, en un alarde de originalidad, aprovecha para nombrar a su nuevo y personal lo-que-sea).
Sin embargo, tras una investigación exhaustiva, y unas cuantos intentos fallidos de conectarse a Chii -sus archivos de sistema parecen ser completamente inaccesibles para cualquier persocon normal-, se descubre que su unidad de aprendizaje permanece intacta, por lo que Hideki se asigna a sí mismo la tarea de cuidar de Chii e ir desvelándole poco a poco cómo funciona el mundo en el que ambos viven.

Sin embargo, llegados a este punto, nos encontramos con una advertencia, un preludio de la problemática de la historia: "ante todo, recuerda que solo es un ordenador. Pase lo que pase, por muy mona que te parezca, por muy simpática que te resulte... no te enamores de ella." La voz de Minoru se apaga en la memoria de Hideki, y el adolescente pervertido empieza a vivir con Chii, a enseñarle a hablar, a leer, comienza a conmoverse por la dulzura de la joven, por su amabilidad, por su inocencia.


Lo están acosando... POH ME TIRO YO TAMBIÉN.

Comenzamos a plantearnos entonces las preguntas necesarias, que se ven reforzadas por las situaciones personales de varios de los personajes secundarios de la historia: ¿hasta qué punto puede ser humano un ordenador? ¿En qué grado son reales las emociones que puedan sentir? ¿Pueden reemplazarnos? y lo más importante, ¿es posible el amor entre un humano y una máquina?
El dueño de la pastelería Tirol cometió el "error" de enamorarse y casarse con su persocon, y mucha gente se lo echó en cara. Sin embargo, aun a día de hoy, cuando el dolor de la pérdida se mezcla con el rechazo de las personas que conocen su situación, no creo que él se arrepienta. Estamos hablando de una persona capaz de enamorarse de un robot, pero al mismo tiempo hablamos de una persona capaz de aceptar sus emociones y de actuar en consecuencia. ¿Qué clase de felicidad trae un amor que debe ser mantenido en secreto, como un monstruo horrible, como una aberración, como un cáncer que debe ser extirpado y eliminado de la sociedad? ¿Podemos decir que el amor del pastelero era correspondido cuando la otra parte era un ordenador? El pastelero no lo sabe, pero quiere creer que sí. Acepta la posibilidad de que para ella fuese algo vacío, una simple rutina lógica en su base de datos, y vive con ese dolor. Pero al mismo tiempo vive con la esperanza de que aquel ordenador con forma de mujer fuese capaz de pensar en él como alguien especial.


Hola, soy la maid de la casa, y te estoy escaneando.

Takako, la profesora de Hideki y Shinbo, también está en una situación complicada. En este caso, su marido la abandonó por el persocon que poseía, y ella vive con ese dolor desde entonces. Sin embargo, ¿qué es lo doloroso aquí? Shinbo nos ofrece una pista desde su propia visión del amor: "creo que si en vez de abandonarla por su persocon lo hubiera hecho por otra mujer humana, el dolor habría sido el mismo." No se puede cuantificar el amor en términos de qué y por quién. Takako solo pedía sinceridad, y fue lo único que nadie le entregó. Su ex-marido está en una posición radicalmente opuesta a la del pastelero de Tirol, el cual aceptó el amor que sentía por su persocon y vivió fiel a ese sentimiento durante toda su vida, aceptando el dolor que suponía.

Por otro lado, tenemos la historia de la familia Kokubunji. Minoru podría parecernos, en principio, la figura de un niñato ciertamente insolente, que se vanagloria de sus habilidades informáticas. Sin embargo, conforme la serie avanza, accedemos a lo más profundo de su miseria, a un deseo inocente y sincero que se torna en una obsesión traumática para él y para Yuzuki. El ordenador personal de Minoru es eficiente y está lleno de recursos, pero al mismo tiempo está cargado de datos de la alegre Kaede -a la cual ya vimos como personaje secundario en Angelic Layer, otra de las obras de CLAMP-, y esto genera en ella un conflicto difícil de superar. Por mucho que se esfuerce, Yuzuki no es Kaede. Y tanto ella como Minoru deberán ser capaces de aceptar y superar este hecho, pero aunque tenderíamos a sentir más compasión por Minoru al ser la parte humana del asunto, vemos que el dolor no es solo suyo, y que Yuzuki padece fuertemente la agonía que supone no poder cumplir con el único propósito que da sentido a su existencia.


Ahora también soy etérea, pero en ropa interior. Misteriosa presencia incluida.

Finalmente, tenemos la historia personal de Chitose Hibiya, la amable mujer propietaria de los apartamentos donde se hospedan Shinbo y Hideki. Pese a su fachada fuerte, Chitose sufre una pérdida por partida triple: por un lado, su marido -al cual por cierto también vimos en Angelic Layer-, y por otro lado, ellas. Chitose siempre se ha culpado por haber llegado demasiado tarde a entender un detalle crucial, por no haber podido comprender a tiempo los caprichosos y crueles entresijos del amor, por no sospechar cuál era el motivo del dolor de aquella joven que vagaba en una ciudad sin gente. Chitose creía en el amor entre humanos y persocons, pero el destino le gastó una terrible jugarreta, una broma desquiciante: todo ha salido mal. El amor entre humanos y máquinas no es posible. Es la única conclusión a la que podemos llegar detrás de su historia.

Entonces, ¿por qué Chii sigue insistiendo en encontrar a la persona que es solo para ella? La clave de esto reside en el cuento infantil que a Chii tanto le gusta, un cuento infantil que a lo mejor no es tan infantil. En aquella ciudad no había gente, pero sin embargo tampoco estaba exactamente vacía. El título del libro ilustrado reza "Encuéntrame: la ciudad sin gente.", pero esto es solo una pantomima. Buscar a alguien en una ciudad desierta es absurdo para empezar. La persona que es solo para Chii nunca estará en un lugar donde no hay nadie, donde solo están ellos. Lo que este cuento infantil propone, es que Chii elija: que ella misma decida si es posible encontrar a esa persona, o si, por el contrario, la ciudad está realmente vacía.


Porque ir en linea recta es muy mainstream.

Y entonces llegamos al momento climático de la historia, el punto en el que Chii, finalmente, elige. Sin embargo, esta primera elección es errónea, pues Chii interpreta el título del libro de una forma demasiado literal. Sí, Chii encuentra a la persona que es solo para ella, pero la ciudad sigue estando vacía. Y encontrar a esa persona en una ciudad donde no hay nadie es lo mismo que nada. En aquella ciudad hay cientos, miles de ellos. Pero no hay gente. Chii no puede empujar a la persona que es solo para ella a un mundo así. "Verle sufrir es doloroso. Por eso me he apartado de él. Me he apartado de él porque le quiero." Pero entonces Freya lanza la pregunta que todos estábamos pensando. "¿Le quieres y te apartas de él?".

Frases como "me aparto de él porque le quiero" suenan geniales, muy heroicas, trágicas y románticas. Pero a la hora de la verdad, detrás de esa frase solo hay egoísmo. Es ingenuo, incluso pretencioso, pensar que con tu sola ausencia aliviarás la carga de esa persona. Los problemas del mundo real no son tan sencillos de arreglar. E incluso en las situaciones en las que eso realmente arregla parte del problema, sigue siendo una postura muy egocéntrica. Chii tiene derecho a decidir si ofrecerle o no su amor a otra persona, pero no tiene derecho a decidir si ese amor hará a esa persona feliz o no. Esto es lo que ella no comprende, y por eso es capaz de decir estupideces como "me he apartado de él porque le quiero".


De nuevo etérea, ¡pero esta vez totalmente vestida!

Entonces es cuando Freya le plantea a Chii el gran interrogante: "¿Felicidad? ¿Qué es eso?". Y entonces el persocon realmente efectúa su elección. Asistimos a la ejecución del Programa Maestro de Chii, y podemos darnos más o menos cuenta de a qué nivel afecta esto al mundo que los rodea. "Es una voz cálida.", dice Yuzuki, aunque ella no debería poder reconocer esa calidez. "¿Por qué te pones colorada? Solo somos persocons." Le dice Jima a Dita, no sin algo de sorna. Chii ha encontrado a la persona que es solo para ella, y una vez que se ha producido este encuentro, se plantean sus condiciones. Debemos tener muy claro que, por su condición, hay ciertas cosas que Chii nunca será capaz de hacer. La pregunta sería aquí si el amor que ella ofrece es aceptable a pesar de eso. La respuesta, si lo habéis visto, ya la conocéis. Después de todo, en esta ciudad hay muchas personas. Y muchos de ellos.

Nos habíamos quedado entonces en la problemática del amor entre humanos y máquinas. Es asunto difícil de zanjar, pero CLAMP nos da una respuesta que, aunque no absoluta, sí es francamente elegante. A la pregunta de si puede haber amor entre un humano y un ente informático, las autoras nos contestan con el siguiente planteamiento: si todo esto gira en torno a la compatibilidad de un robot y un ser humano, entonces, ¿qué es un ser humano? Sabemos qué es un robot. Sin embargo, definir a un ser humano es, bajo según qué términos, bastante más complicado. La conciencia del ser humano, ¿está necesariamente ligado a una entidad orgánica? La pregunta queda en el aire, porque dar una respuesta a esto es francamente complicado, pero quizá en este caso el problema no sea la diferencia real entre ambos, sino la diferencia que nosotros prefabricamos desde nuestro punto de vista.


El verdadero amor de mi vida... ES USTED, SEÑORA VACA.

Resumen de la Review

Lo mejor: la profundidad y sensibilidad de la historia. El hecho de que el ecchi no se haga pesado ni interfiera con la calidad argumental es todo un logro. El dúo Sumomo-Kotoko. Que Chii sea tan adorable. THAT LAST EP.

Lo peor: que Hideki muchas veces sea decorativo y poco más. Lo cargante que llega a ser Sumomo a veces.

Puntuación: 8/10

2 comentarios:

  1. La verdad es que si no adviertes de que es ecchi realmente es un dato que puede pasar muy inadvertido, dado que en el conjunto de la obra es algo que está ahí en segundo plano.

    Hideki tiene 18 años, no ha visto un persocon en su vida, y no tiene mayor experiencia que la que le ofrecen sus revistas eróticas ,es por tanto un chico en la fase final de su adolescencia hiper-hormonado, y quizá eso sea el gran punto flaco del anime, su cabeza constantemente influida por sus hormonas deriva en que desde el décimo capítulo te entren unas ganas descomunales de pegarle un guantazo y decirle que deje avanzar la trama.

    Pero quizá por ese hecho Chii forma su perfecta contra parte, ella es dulzura propia, y destaca su gran ingenuidad, su desconocimiento de aquellas malas facetas de la personalidad humana, como el odio, la avaricia, la capacidad de infligir daño o de engañar a otro, hacen de ella un personaje muy entrañable con el que es fácil encariñarse, pero es precisamente este desconocimiento el que la lleva a adoptar decisiones erróneas por pretender lograr la felicidad de Hideki a cualquier precio.

    Y sin embargo a pesar de eso, cuantas personas no sentirían identificadas con ese aspecto de Chii, quien no daría cualquier cosa porque la persona más importante de tú mundo se sienta siempre bien y segura, quizá sea el rasgo más humano y esta reflejado por un ordenador. Eso indudablemente conduce a las preguntas ¿hasta que punto se puede programar un ordenador?, ¿son o serán capaces de desarrollar autonomía propia en base a dicha pregunta?, ¿son capaces de entender realmente el amor o solo es un mero comportamiento basado en las acciones del dueño? Esta claro que en este punto no podemos contestar con certeza a ninguna de esas preguntas y quizás nunca sean capaces de ser respondidas.

    En cualquier caso la serie te plantea una serie de cuestiones, que quizá no aparezcan a simple vista en ese aparente ambiente alegre y despreocupado que sugiere el anime en sus inicios.

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    1. Estoy de acuerdo contigo hasta cierto punto. Sin embargo, creo que también es gracias a que Hideki es quien es que la historia puede desarrollarse de esta manera.

      Minoru, Shinbo, el resto de las personas de Tokyo viven inmersas en un mundo lleno de persocons, y ya están habituados a tratarlos como tales, dan buena cuenta de que son ordenadores. Hideki, en cambio, no ha visto un persocon en su vida, y es gracias a eso que puede desarrollar otro tipo de concepto de ellos. Como decía al final de la reseña, el problema podría no ser la diferencia real entre humano y persocon, sino nuestra preconcepción de este diferencia. Hideki nunca antes había tratado con ellos, pero es precisamente por ello que puede verlos como seres más o menos conscientes con voluntad propia, y no como máquinas.

      En cierto sentido, este planteamiento me lleva a pensar que absolutamente nada de esto habría ocurrido si Hideki estuviese acostumbrado al día a día de Tokyo y hubiese vivido constantemente rodeado de persocons como los demás. No habría habido historia.
      Así que sí, es cierto que a veces hay ganas de pegar a Hideki, pero no pienso que esto sea necesariamente un punto flaco como comentas. Tan solo quizá su inactividad.

      Muchas gracias por tu comentario ^^

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